En una semana sin sesiones pero con roces, el poder se sentó -o no- donde pudo. Sillas vacías, saludos evitados y milanesas con custodia marcaron la escena en Palermo y Olivos, mientras en Córdoba los próceres cobraron vida para decir lo que los dirigentes apenas susurran. En paralelo, el peronismo ensaya unidad sin abrazos y un funcionario oficial se perdió en vivo, como si el libreto también lo hubiese abandonado.